Hombre de teatro, activista, eterno enamorado, el protagonista desarrolla frente a nuestros ojos una nueva Odisea viajando desde Buenos Aires hasta Bogotá por los senderos de los Andes siguiendo los pasos de Tespis quien desterrado de Atenas fue obligado a recorrer los caminos en una carreta dando origen así al teatro ambulante.
En su viajar, nuestro héroe nos revela caminos ocultos que penetran la Cordillera, a veces para abrirse hacia inmensos espacios abiertos, otras hacia encerrados espacios en las cárceles.
\nAntihéroe y héroe, actor principal y de reparto, el protagonista crece en los escenarios naturales, en los festivales internacionales, en la sala de tortura, en su país, y en el exilio en Europa, en un mágico viaje por la Cordillera y más allá conversando con las estrellas y con su camión de 36 toneladas.
Y todos éramos actores invita al lector a ser parte activa de un festín y a elegir, dentro de las múltiples posibilidades del texto, aquella parte que perfumará sus sentidos y le abrirá el apetito para degustar nuevos platos. Los invita a acompañar a nuestro héroe por el hambre y la abundancia, a devorar junto a él un rostro asado de cordero, regalo de los dioses y de los indios del altiplano boliviano.
Estamos ante un texto lírico y con diferentes niveles de lectura que podemos encontrar en ese maravilloso viaje al interior del continente americano, ... del teatro, ... de la mente de este actor y testigo que atraviesa el siglo... atrapan al lector en el deseo de adentrarse en la historia para ir descubriendo, junto al protagonista, la bestialidad y la hermosura de un siglo que nos puede dejar impasibles.
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